“La Virginia de los Bolivianos”: Patria que danza entre dos mundos
- CineXpress

- 10 nov
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Documental imperdible seleccionado a los premios Goya 2026, galardón más importante de España e Iberoamérica, se presenta en CINEMARK, Santa Cruz de la Sierra, desde el 20 de noviembre.

Hay películas que documentan y otras que iluminan. La Virginia de los Bolivianos, documental coral dirigido por Juan-Cristóbal Ríos —autor de Quién mató a la llamita blanca y Norte Estrecho— nos invita a recorrer la historia íntima y colectiva de una comunidad que, a miles de kilómetros de su tierra, sigue latiendo al ritmo de sus raíces. A través de un relato profundamente humano, Ríos no solo observa la realidad, la reencanta.
El estreno será este 20 de noviembre en Cinemark Santa Cruz, con funciones a las 14:50, 17:10, 19:30 y 21:50.
Bolivia lejos, Bolivia cerca
En La Virginia de los Bolivianos, la distancia no separa: transforma. El documental es un poema visual sobre la migración boliviana en Virginia, Estados Unidos, donde las personas de diversas culturas, han construido una gran comunidad, una pequeña Bolivia dentro de otro país.

Las calles del norte se tiñen de colores festivos, los tambores del morenado y los pasos de la toba rompen el silencio del asfalto, y las voces de los migrantes tejen una narrativa de añoranza, resistencia y memoria viva.
El sonido de una identidad que resiste
Ríos construye su relato con un lenguaje cinematográfico de una fineza poco común: el tratamiento de la imagen y del sonido adquiere una dimensión casi ritual. El surrealismo poético del director emerge en la figura del danzante moreno y la toba, que atraviesan dos geografías como fantasmas bellos y obstinados, testigos de una cultura que se niega a desaparecer. El sonido —voces, rezos, vientos, risas y trompetas— actúa como un puente sensorial entre la memoria y el presente, entre la nostalgia y la celebración.
Memoria, arte y resiliencia
La Virginia de los Bolivianos no solo se ve: se siente, se escucha, se recuerda. Es un viaje donde lo cotidiano se vuelve mítico, donde la cámara no solo registra, sino que acompaña. En cada encuadre vibra la certeza de que la patria no es un territorio, sino una manera de mirar, de bailar, de seguir contándonos. Más que un documental, es una declaración de pertenencia. Ríos nos muestra cómo la identidad puede sobrevivir a la distancia cuando se sostiene en la comunidad, en la danza, en el rito compartido. Los testimonios no se pronuncian desde la nostalgia vacía, sino desde la fuerza de quienes reinventan la patria con cada fiesta, con cada palabra pronunciada y con cada bandera desplegada en un suelo extranjero.
La película, galardonada con el Arlington Commission for the Arts en Virginia y representante de Bolivia en los Premios Goya 2026, es también un homenaje al poder de la cultura como refugio y como arma. Una obra que confirma a Juan-Cristóbal Ríos como uno de los grandes narradores visuales bolivianos.

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